Primera cita


Después de tiempo pensándolo, las cosas se acomodaron y me llevaron a esa sala de espera. Durante las horas que me senté allí viendo entrar y salir a una buena cantidad de personas sonrientes y conversadoras, pero que estaban allí por la misma razón que yo, me pregunté infinidad de veces si estaría mal irme y perder la cita

Al final, de tanto preguntarme y decirme a mí misma los pros y los contra me llegó el turno, me levanté y puse un pie dentro del consultorio. Nada más verme el Psiquiatra me preguntó:

 ¿Crees que yo te puedo ayudar?

Hice silencio por unos segundos en los que solo pude mirarlo mientras pasaban atropelladamente los pros y los contras, al final, solo se me ocurrió responder:

 Todos creemos en algo

Sonrió, me dio la mano y me llevó hasta mi asiento, luego se colocó frente a mí, mirándome directo a los ojos, con una seguridad que no le había visto a nadie, jamás

 Siendo ese el caso, ¿usted, señorita, en qué cree?

Y a pesar del tiempo que llevo cuestionándome  la existencia de un solo ser superior, le respondí que en Dios, que en eso creía

 Bien entonces, vamos a conocernos - dijo

Se sentó y tras la entrevista médica obligatoria con mis datos, me presentó a sus acompañantes del día, dos chicos que son alumnos suyos, y preguntó si estaba cómoda con que chicos de mi edad hicieran la revisión física del resto de mi cuerpo, a lo que respondí que estaba bien y preguntó cual de los dos prefería que lo hiciera. Antes, mientras esperaba en el pasillo, vi salir a uno de ellos, y sin entrar a detalle, lo prefería a él, porque además de estar de lo más lindo...pobre chico, es tan transparente que la inocencia le desborda por ese par de ojos oscuros que tiene

Se sonrojó, por cierto, cuando preguntó si estaba bien que me tocara cerca de los senos para la frecuencia cardíaca, es un tierno, no pude evitar sonreír y decirle que era libre de tocar donde necesitara...su jefe se río mucho entonces y su compañero decidió que lo ayudaría con el resto

Tras la revisión y los datos vaciados en la primera copia de mi recién estrenado expediente, le pidió que salieran y siendo directo preguntó:

 ¿Por qué se ven así tus ojos?

Creí que se refería a las ojeras pronunciadas que me acompañan desde hace ya un par de semanas o a la irritación que pude haberme provocado tras frotarme los ojos durante las horas de espera porque la indecisión que estaba poniendo ansiosa, así que le dije que no sabía a qué se refería, y dijo:

 Tienes los ojos más grandes, bonitos y tristes que he visto

Sí, justo como lo leen. Yo solo me limité a sonreír

 Cuéntame, ¿por qué estás aquí, en un sábado, con este viejo y no con algunos amigos, tu familia o contigo misma?

Dejé de mirar mis manos y le miré a él, directo a los ojos

 Ah, te cambió el semblante. Tu tristeza se profundizó. ¿Ya quieres contarme o sigo con el juego de palabras para deshebrar esa joven cabecita tuya?

Y aunque lloro con frecuencia me sorprendió ver que las lágrimas ya estaban al borde. No lo pensé cuando me pasé la mano sobre las mejillas para apartar ese estúpido brote de agua cuando solté sin más:

 Me odio

Y así comenzaron las confidencias con un estudioso de la salud mental, entre los ejercicios que me pidió realizar con él en este primer encuentro, me di cuenta que todas las palabras que mamá me dio la noche anterior a este encuentro, eran reales. Yo no estoy mal. Tengo todo. Todo lo que realmente necesito. Lo que no tengo es paciencia por las cosas que quiero tener y que no veo llegar, que me encierro, no solo literal sino emocional, que ya nadie me conoce, que nadie sabe si estoy o no en casa porque me muevo en silencio, porque rara vez me escuchan hablar, porque a veces solo saben que estoy porque suena el móvil con alguna llamada de personas que ellos no conocen y, que la mayoría de las veces solo se enteran que estoy por el roce de las páginas en mis libros o porque inesperadamente suelto una maldición o sonido de sorpresa ante un giro...

También ha dicho que no existe el fracaso, que cuando algo no sale como se espera y me muevo a otra cosa entonces no es fracaso, es error, y los errores se corrigen pero que, si en cambio, me equivoco y me estanco, entonces el fracaso solo tiene un nombre y es el mío. Porque nadie me obliga a quedarme en el hoyo de mi equivocación para llenarlo con lastima, lastima que por cierto, solo siento yo por mí misma

El Psiquiatra ha dicho exactamente lo mismo, curioso, debería hacerse amigo de mi madre, chance salven al mundo entre ellos dos

Al final, de la cita médica y de la plática con mi madre, ambos se despidieron de mí con un:

 Todo va a estar bien. Tú, estás bien

Y aunque todavía no me lo creo, estoy dispuesta a experimentar, con todo y los ansiolíticos y pastillas para dormir que ahora tomaré por prescripción y no por auto medicarme.