Escena random, inesperado

Estar sola es una de las cosas que a Alexza le gustaban, su propio espacio, su tiempo, su silencio. Podía estar acompañada de dos o varios amigos y aún así se sentía en paz dentro de su cabeza hablando consigo misma. Por esa misma razón las últimas noches había estado desconcertada, pues desde que se había enfermado un poco por un descuido monumental, sentía necesidades ajenas.

Tan ajenas como desear que al llegar a casa alguien la tomara en brazos y preguntara cómo estaba, si había comido bien, sí el trabajo marchaba sobre ruedas o, en todo caso, simplemente quedarse allí abrazado a un cuerpo caliente escuchando los latidos del corazón que no le pertenecía.

Últimamente también sentía tristeza al irse a la cama, acompañada igualmente por su fiel amiga soledad, su cómplice silencio y el verdugo, su propia mente.

Alexza ya no conocía la paz, era un recuerdo lejano, una mera idea de una chica que quizá un día existió, o tal vez solo había existido como producto de su imaginación.