Tiempo medido


Querido,

Han sido los días más felices de mi vida, las mejores mañanas, las mejores noches, los mejores besos que he recibido jamás. Te repito siempre que puedo lo feliz que soy de que seas tú quién está a mí lado, por un tiempo.

¿Sabes? No me molesta en absoluto saber que tenemos el tiempo medido, aun no siento dolor por saber que te vas, aun no siento dolor por pensar en soltarte, lo único que puedo sentir es un nido de mariposas escandalosas que me hacen repetir todos los te quiero que tengo atorados en la garganta y que repito en mi cabeza pero sin dejar que lleguen a mi boca

Lo has dicho tu primero y el mundo brilló en ese instante

- Te quiero

Y fueron las palabras más hermosas que jamás creí que fueran dirigidas a mí, por ti. Por toda respuesta, en ese momento solo sonreí y te besé, breve, firme. Fue mi mi forma de decir que también te quiero y me acomodé en tu hombro

- ¿Estás llorando? -preguntaste
- No, ¿por qué?
- Tus ojos se ven brillantes -y acariciaste el costado de mi cuerpo
- No son lágrimas

Y sonreíste

A veces, tú y yo no necesitamos palabras para entendernos. A veces solo sentir la presencia del otro, un roce, una mirada, un leve suspiro, un movimiento, nos basta para saber dónde estamos y si estamos llegando juntos o necesitamos un momento más

Usamos nuestros nombres de pila. Yo no he sentido necesidad de llamarte amor, o alguna de esas chorradas, porque amor es tu nombre completo para mí. Tú no me has llamado más que cielo, y eso porque noté que se te escapó, tu cara de susto aun me hace reír, luego comenzaste a llamarme chiquita, y te pedí que no lo hicieras pero lo haces para molestar porque te encanta mi ceño fruncido, mi boca apretada en disgusto para poder suavizarla a besos, dices. Y te odio porque al final siempre termino sonriendo y diciéndote que eres un terco y que me caes mal, pero en secreto...no tan secreto ahora que lo escribo aquí, la verdad es que me encanta que sepas que tu boca puede hacer lo que sea con mi estado de humor. Que jodido eres. Te odio. 

Te odio por un millón de razones distintas.
Las mismas razones por las que cada noche me voy a la cama sonriendo, porque toda tu terquedad, por un tiempo, es mía.

Esta última semana he pesado mucho en varias de las parejas disparejas que a Isabel Allende le encanta juntar en sus escritos, por lo general no terminan juntos, porque la vida real es así. ¿Sabes querido? En mi mente somos una de sus parejas, esos que crecieron juntos y terminaron conociéndose más de lo que ellos mismos imaginaron. Amándose a su manera, a su tiempo, en su forma, que se descubrieron aunque fuera un poco tarde pero que al final de sus vidas se recuerdan...no estamos en el final de nuestras vidas, o puede que sí, porque nadie sabe hasta donde va a llegar pero, al menos de mi parte, aunque suene cursi como el infierno, tú siempre vas a ser el recuerdo especial de cada experiencia que aunque ya vivida, tu cuerpo y tu ser reformó para mis recuerdos y arruinó a los demás en el futuro. Por que sí, me has arruinado. Te odio de nuevo. Porque amaré, estoy segura, pero a nadie como a ti.