Capítulo 4






No sé en qué momento me abrí y dejé entrar personas para acabar entablando supuestas amistades y confiando cosas personales a otros. Me ha acarreado más problemas que beneficios y, para ser honesta, me disgusta tanto pero sigo haciéndolo porque pienso que es lo que ellos quieren de mí. Que esté. O que finja estar. Para el caso es justo está situación la que hace que después de esa promesa de llamarme hace apenas una noche, me tenga de los nervios.

Sí, ya sé que dije que sólo lo usaría pero tengo el presentimiento que este hombre es algo más y no sé si me emociona o asusta. Tal vez ambas a partes iguales. 

Cubro mi horario de trabajo y decido comer fuera, no tengo animo de absolutamente nada y culpo al calor excesivo que hace por mi intenso deseo de asesinar a todos. Así que me dirijo a una plaza por comida rápida, no soy de restaurantes y además tampoco planeo ver ir y venir al mesero. La comida rápida hará su parte y yo la mía. 

Estoy por terminar la ensalada que me obsesiona comer siempre que voy a ese lugar mientras pienso si me llevo una hamburguesa para la cena o hago cualquier otra cosa, y como buena adicta a los carbohidratos decido que la hamburguesa es mi mejor amiga, cuando suena el teléfono. Es un número desconocido pero insistente ya que marca tres veces, nunca respondo números que no tengo registrados pero a la cuarta llamada desespero y contesto.

— Aló.

— Señorita directa es usted difícil de localizar

¡Pero qué carajos!

— ¿Cómo conseguiste mi número?

— Magia.

— Pues debe ser negra porque no tengo registrado mi número en ningún lado.

— Me atrapaste, definitivamente magia negra, usé el corcho de tu bebida en el café.

Dios, ¿Quién es este tipo?

— Entonces, llamo para cenar contigo mañana por la noche, me encantaría cocinar para ti pero seguro que es un no por respuesta, así que...Un paseo y una cena en el lugar que prefieras, ¿Qué dices?

Sonaba bien, este fin de semana no viajaría a la ciudad para visitar a mi familia así que, la perspectiva era quedarme con libros, Netflix o salir con un completo desconocido de voz sexy y cuerpo deseable. Le dije que lo vería en el Museo elevado antes que mencionara ir por mi a casa. Eso no iba a pasar.

— Vale, te veo en veré allí —dijo, y colgó.

Para la cita decidí ir lo más cómoda posible, no soy de arreglos ostentosos pero tampoco iba a presentarme con ropa de andar por casa. Me decidí por un vestido suelto con estampado y zapatos bajos. Él llegó con jeans ajustados y camisa azul marino que le quedaba bastante bien. Caminamos por lo largo del puente que fue convertido en una especie de Museo audiovisual, por eso le llamaban elevado, porque era un puente que conectaba en una de las avenidas más transitadas. Podría ser un pueblo pero había mucha historia y cosas interesantes que ver.

Conversamos de trivialidades, al fin dejamos de ser extraños y pasamos a ser Alexza y Manuel, una profesora de nivel básico y un médico adictos al café. Luego de media hora de plática y una caminata relajada nos dirigimos a un pequeño bar para cenar, lo elegí por dos razones: 1. Relajarnos, tratar con niños (y algunos padres frustrados) o personas enfermas carga el aura de cualquiera y, 2. quedaba dentro de la ruta entre el Museo, el parque y la avenida que había planeado recorrer con él. Un total acierto. 

Me resultó del todo agradable su conversación, y a pesar que se mostró atento y muy abierto había algo en su mirada que me intrigaba. Un deje de misterio que me moría por descubrir. Siempre he sido bastante observadora y por lo general noto en las personas cosas que tratan de ocultar pero con Manuel me resultaba por demás imposible, aunque quizá no tenía tanto deseo por descubrirlo como pensaba, puesto que solo quería ver en qué terminaría la noche con él. Cuando ofreció llevarme a casa acepté y él, muy caballeroso me acompañó hasta la puerta y se despidió sin hacer intento por pasar o siquiera ser invitado. 

¿Quién iba a decir que todo era una estrategia para el peor susto que me llevaría en la vida?